Lo mejor de las Cuevas de Génova

Mucho menos conocidas y concurridas que las famosas Cuevas del Drach, las Cuevas de Génova -Coves de Génova en catalán- son uno de esos lugares que todavía conservan la quietud y la esencia más auténtica de la isla. Son, de hecho, una joya desconocida incluso para los locales, ya que durante mucho tiempo han vivido a la sombra de las de Porto Cristo.

Sin embargo, poseen cualidades que las hacen únicas y merecedoras de una visita, especialmente si viajas con niños y si quieres descubrir los secretos mejor guardados de Mallorca.

La cueva de las palomitas de maíz

Las Cuevas de Génova en Mallorca poseen una elevada concentración de unas formaciones poco comunes: los coraloides, también llamadas palomitas de maíz o coliflores debido a que su aspecto y color blanco recuerda precisamente a ambas cosas. Esto se debe a que son cuevas de origen calcáreo con mucha cantidad de calcita y aragonito. El espectáculo está garantizado ya que es como admirar un campo de palomitas subterráneo.

Si te fijas bien, además de estas peculiares formas de coliflor, verás figuras realmente sorprendentes como la de un camaleón, un teatro, un belén y hasta los Reyes Magos de Oriente. Todas ellas creadas por la fuerza de la naturaleza que nos deja unos paisajes únicos a lo largo de todo el recorrido.

Colores subterráneos

Otra de las cosas que las diferencian del resto de cuevas de Mallorca son los vibrantes colores que se pueden encontrar en las Cuevas de Génova. Desde distintas tonalidades de blancos a grises y numerosas variantes de rojos y cobrizos.

Estas cuevas, además, son las únicas de la isla que reciben agua dulce de manera constante lo que garantiza que sigan creciendo año tras año a una velocidad de 1 centímetro cada 90 años. Esta irrigación es también la que consigue que los colores de las formaciones estén siempre vivos y que los juegos de luces que verás durante el recorrido tengan ese efecto tan auténtico.